La problemática pesquera más allá de la urgencia: ¿Es posible una buena pesca?
La problemática pesquera más allá de la urgencia: ¿Es posible una buena pesca?
Recientemente
tuvimos la oportunidad de participar en el lanzamiento, en Valdivia,
del documental “Mala Pesca”, que realizaron algunos compañeros y algunas
compañeras de la región del BIO BIO. Frente a la elocuente enunciación
de la problemática pesquera por parte del documental, el sin sabor que
queda en la boca, más allá de la indignación, es el de la ausencia de un
proyecto que se oponga al que viene ideando y materializando la derecha
(incluida la concertación) durante los últimos 22 años.
En un
artículo escrito anteriormente en esta tribuna, señalamos que la Ley
Longueira no es más que el avance de un esfuerzo programático de la
derecha, concibiendo esta reciente iniciativa como “la guinda de la
torta”, ya que el mayor avance en cuanto a la privatización de los
recursos pesqueros se realizó durante el gobierno de Lagos. Reconociendo
este hecho, entendemos además que los vicios del sindicalismo pesquero
hayan sido la razón cómplice de la avanzada patronal en estas materias.
Lo preocupante es que su legado trasciende incluso su incipiente
desacreditación.
Años de
dirigencia corrupta y bases pasivas y desinformadas, han generado una
pesca artesanal de visión cortoplacista y escudada en una política de
resistencia a la retirada. La lucha por millas y cuotas se ahoga en el
pequeño vaso de agua que se le concede al sector artesanal, con recursos
diezmados, sujetos a la eventual desaparición producto de la sobrepesca
industrial y en condiciones laborales y de mercado que propician la
miseria. En este escenario de crisis, que poco tiene que ver con la
aprobación o no de la ley, la pesca artesanal se ha visto obligada a
reaccionar.
Reconocemos
que, a corto plazo, la oposición a la Ley Longueira tiene un valor en
cuanto motor coyuntural de la articulación del sector pesquero artesanal
con otros sectores de la sociedad, y eso es siempre bueno. Por otro
lado, más allá de que los recursos pesqueros son prácticamente privados
desde hace 10 años, entendemos que la Ley Longueira abre las puertas
anchas para el ingreso del capital extranjero y la plenitud de la
especulación financiera (verdadero objetivo de la ley Longueira, ya que
mucho pescado no va ir quedando) por lo que su oposición, también es
siempre buena. Pero tras la próxima votación del 19 de Noviembre, ¿Cuál
será nuestro horizonte?
Unidad en
la lucha, es la consigna, las grandes conquistas no se lograran en forma
gremial. Ciertamente hacia la integración de la clase trabajadora es
donde apuntamos. Pero dentro del sector particular que nos convoca,
frente a esta mala pesca, ¿es posible una buena pesca? La clase
empresarial tiene una visión común, un programa y los medios para lograr
sus cometidos. ¿Y nosotros y nosotras?
Frente a
la necesidad de pensar un proyecto de pesca al servicio del pueblo se
hace interesante analizar el concepto de sustentabilidad, ya que este ha
sido el horizonte común de las consignas populares, los sectores
reformistas (como las ONG ambientalistas que viven del problema) e
incluso del gobierno. Esta aparentemente paradojal coincidencia
interclasista tiene su explicación en las diversas definiciones del
concepto, las cuales amparan las más diversas intenciones.
El
concepto de sustentabilidad presenta dentro de sí, indefectiblemente, el
concepto de equilibrio, proyectándose como la armonía entre las
distintas actividades de los seres humanos con los ciclos de la
naturaleza. Por supuesto que esta definición es extremadamente vaga e
infinitamente criticable, pero es así como es concebida si se entiende
solo como una nebulosa declaración de buena voluntad. La
sustentabilidad, o la ausencia de la misma que la proyecta como un
horizonte deseable, reconoce que existen prácticas que causan el
menoscabo de cualquiera de sus tres componentes, lo ambiental, lo social
y lo económico (y sus relaciones). Lo problemático, y es aquí donde
yace lo ideológico tras cada concepto de sustentabilidad, es que a la
hora de implementar acciones para lograr el deseado cometido de la
armonía, la delimitación de “lo central” dentro de las problemáticas
económicas, sociales y ambientales, implica también la necesidad de
“supuestos”, es decir, lo que no se está dispuesto a cuestionar.
Para
entender la sustentabilidad de la derecha analicemos ciertos conceptos
incorporados en la Ley Longueira. En una entrevista a CNN, Longueira
explica el concepto de rendimiento máximo sostenible (RMS), principio de
manejo pesquero incorporado en la ley, que apunta a la sostenibilidad
de la pesca y que consiste en definir cuotas de captura lo más altas
posibles, sin menoscabar las poblaciones de los recursos objetivo. Este
concepto, que es también aplaudido por ciertas ONG ambientalistas, hace
uso indistinto del concepto de sustentabilidad, que aparece como eje
central de la ley, con el concepto de sostenibilidad. Más allá del
debate, aparentemente superado en Latinoamérica, sobre las diferencias
entre estos dos conceptos, el RMS es un claro ejemplo de que son “lo
central” y los “supuestos” para la derecha chilena y los sectores
reformistas dentro de las problemáticas sociales, económicas y
ambientales. Para este sector “lo central” es maximizar el lucro en la
pesca y “los supuestos” son la economía de mercado, la libre
competencia, la propiedad privada, etc. En este escenario el daño
ambiental, y en menor medida el daño social, son concebidos como una
amenaza a “lo central” (el lucro), ya que poblaciones diezmadas y un
proletariado demasiado miserable podrían atentar contra la continuidad
de su bonanza económica. El carácter subalterno de lo ambiental para el
empresariado criollo es tal que este puede darse el lujo de implementar
medidas de manejo desacreditadas, incluso por su propia clase, desde
hace 3 décadas. Las dinámicas ecológicas de las poblaciones marinas son
tan complejas que definir cuotas para cada recurso, en forma que no
amenace la conservación de los mismos, si es que fuera posible, sería
tan costoso en términos de investigación científica que harían la
actividad pesquera poco rentable. ¿Cómo se solventa este problema?,
fácil, la erradicación de los recursos pesqueros no es un problema, ya
que cuando el tiempo de las vacas gordas termina, la especulación
comienza. Las cuotas, ahora derechos privados de pesca, sostendrán “lo
central”.
El pensar
la problemática pesquera desde la izquierda implica dotar de contenido
al horizonte de la sustentabilidad y no utilizar el concepto en forma
vana. Aquí aparece un nuevo problema, ya que la tarea de definir “lo
central” y “los supuestos” para nosotros y nosotras no puede ignorar las
condiciones de poder. Es decir, no podemos simplemente proyectar un
horizonte de sustentabilidad sin diseñar el camino hacia él. No se trata
simplemente de reconfigurar la posición de “lo central” y “los
supuestos” dentro del esquema de las 3 esferas (social, ambiental,
económico) sino que analizar, a nivel estratégico, las concesiones que
deberemos realizar para la acumulación de fuerza necesaria para
materializar un mejor proyecto de sociedad. Si bien la reconfiguración
económica del sector, en conjunto con los demás sectores, en pos de una
economía popular es un claro frente de lucha, no podemos olvidar que
ciertas actividades económicas tienen un valor estratégico para el
capital internacional y su apropiación es vital. En este contexto,
ciertos aspectos de la mala pesca, que afectan la esfera de lo
ambiental, deberán permanecer, al menos por un tiempo, en función de una
mejora considerable en la esfera de lo social. El cómo reducir los
costos ambientales a la vez que se incrementan los beneficios sociales,
entendidos de manera clasista y de izquierda, es la tarea que se viene
por delante con o sin Ley Longueira.